martes, 18 de noviembre de 2008

¿QUE SON LOS VALORES?


Los Valores, son herramientas poderosas que ayudan a moldear las vidas de niños y niñas de diferentes estratos socioeconómicos, étnicos y familiares. Tienen un gran impacto en los jóvenes de todo tipo de comunidades, desde las áreas rurales y pueblos pequeños hasta los suburbios y grandes ciudades.
El inculcar valores es un proceso constante y no un programa de una sola vez. Los padres y otras personas pueden comenzar a inculcar valores cuando sus hijos son pequeños, continuar con el proceso a través de la primaria, secundaria, e ir más allá.
Los niños y niñas necesitan escuchar una y otra vez, lo que se espera de ellos en la casa, en la escuela, en la comunidad y en los medios. Cada uno tiene un rol importante que cumplir, cada uno está en el equipo. Cada uno tiene una participación en el resultado final. Como por ejemplo:
Ceder el asiento a una persona anciana, valorar el hecho de que alguien les dé las gracias, dar el primer paso para la reconciliación después de una pelea... ¿Por qué a los niños de hoy les resulta tan difícil todo esto? Quizá porque los adultos les hablamos mucho de valores en vez de demostrarlos con nuestro ejemplo y explicarlos de manera comprensible para ellos. Querríamos que emprendieran su camino bien equipado, habiendo aprendido de nosotros, entre otras muchas cosas, valores como la sinceridad, el pacifismo o la tolerancia. Para que esta educación no se quede únicamente en buenas intenciones, hay que integrarla en la vida cotidiana, de manera concreta, práctica y sencilla.

CUENTOS PARA EDUCAR EN VALORES


LOS VALORES EN LOS NIÑOS Y NIÑAS DE HOY


¿SE APRENDEN O SE ADQUIEREN?

Hoy día el papel de la escuela en la formación en valores de los estudiantes se encuentra sobrevaluado. La sociedad y el gobierno culpan de una manera frívola e irreflexiva a las instituciones educativas de ser las responsables de la decadencia de los valores de los estudiantes que tienen la responsabilidad de educar. Sin embargo, la sociedad en su conjunto y la pobre actuación y mal desempeño de los gobernantes, son en gran medida los que han contribuido a la decadencia de los valores en los niños de hoy. La errónea concepción de que a través de lecciones teóricas se pueden inculcar los valores en el aula de clases carece de bases solidas, y solo es una forma fácil de transferir la responsabilidad inherente de los padres y las familias a las escuelas y maestros.
En el transcurso de la historia, el desarrollo y sobrevivencia de las sociedades, se basa en la conservación y transferencia de los conocimientos, creencias y conductas que identifican y cohesionan a los miembros del grupo, tribu o pueblo, lo que garantiza su permanencia a través del tiempo. El conjunto de estos elementos conforman la sabiduría e idiosincrasia de los pueblos, en este contexto, sin lugar a dudas, los valores representan la piedra angular de las sociedades y por lo tanto son más antiguos que los centros de enseñanza, formales o informales. En este orden de ideas, los núcleos esenciales de las sociedades, que en primera instancia son los responsables de asegurar la transferencia de los conocimientos, creencias, pero sobre todo los códigos de conducta y los comportamientos del grupo social son las familias.
Con el paso del tiempo, la acumulación de conocimientos y el crecimiento poblacional, forzaron a las sociedades a concentrar los saberes, así como la formulación y vigilancia de las reglas de convivencia en instituciones formales, como son las escuelas o institutos de enseñanza, por un lado y por otro las instituciones encargadas de promulgar las leyes y de procuración de justicia. Sin embargo, en lo que concierne a los valores, el núcleo fundamental para su conservación y transferencia ha sido, y sigue siendo la familia, la cual tiene en sus manos la responsabilidad elemental de asegurar que cada uno de los nuevos integrantes del núcleo familiar los haga suyos al igual que las normas de conducta que les asegure su integración exitosa en la sociedad, pues es dentro del seno de la familia donde los niños y jóvenes viven en primera instancia y por lo tanto adquieren los valores y patrones de conducta familiares que posteriormente repetirán en el núcleo social en el que se desenvuelvan.
Hoy día, esta responsabilidad fundamental se ha intentado transferir exclusivamente a las instituciones educativas, partiendo de la premisa, que la forma adecuada de inculcar o fomentar valores, es a través de su enseñanza teórica, ya sea hablando de ellos y enumerando las ventajas que ofrece a una sociedad, el que cada uno de sus miembros se conduzca en el marco de los mismos o bien por el hecho de aprenderse de memoria cada uno de ellos. Desafortunadamente, en la realidad, esta premisa resulta equivocada y en algunos casos, lejos de contribuir a que los niños y jóvenes logren apropiarse de estos valores, los aleja de ellos, en algunas casos les resultan intrascendentes por ser ajenos y en ocasiones hasta contrarios a los valores que han adquirido y que viven a diario en el seno familiar y en su entorno social. En conclusión, la escuela solamente puede coadyuvar al fortalecimiento y enriquecimiento de los valores propios del individuo, de aquellos que se han adquirido y han sido fomentados en el núcleo familiar y no puede ser la responsable de la transferencia o enseñanza de ellos a través de lecciones o ejemplos que no le resulten significativos al educando.

Consejos para los Padres de como Inculcar Valores.







El primer paso para convertirse en un padre que inculca valores, es poner más atención a las cosas que sus niños necesitan para crecer sanos.
Hablen acerca de los valores, limitaciones y expectativas que ustedes desearían perpetuar a través de sus hijos.
Alimenten sus propios valores. Pasen tiempo con gente que los apoye, usen su tiempo sabiamente y traten de moldear sus propios valores en sus vidas.
Periódicamente hagan cosas con sus hijos, incluyendo proyectos donde usted vive, actividades recreativas y proyectos de servicio. De cuando en cuando, dejen que su niño o adolescente elija las actividades que puedan hacer juntos en familia.
Preséntele sus hijos a otras personas responsables dentro de su vecindario, lugar de trabajo, grupo social o grupo religioso. Déjenle saber a estas personas, que usted quiere que ellos conozcan a sus hijos, porque es importante que los niños reciban la mayor cantidad de apoyo de otras personas.
Traten de comer juntos en familia tanto como sea posible. Mientras más haga esto, mejor serán los resultados para todos.
Elijan un proyecto de servicio que puedan hacer juntos, como por ejemplo juntar latas par reciclar.
Contáctense con otros padres y aprendan de ellos. Hablen acerca de las satisfacciones y desafíos de ser padre. No se olviden de hacer un comentario positivo acerca de usted y de sus niños o adolescentes.
Si a usted le preocupa su habilidad de ser padre o de la de su cónyuge / pareja, o la posibilidad de violencia y agresividad dentro de su familia, busquen consejo de un profesional confiable tal como un consejero, líder religioso o un doctor.
Sean un amigo y un ejemplo a valorar para los amigos de sus hijos. Permítanse ser lo "suficientemente bueno". Nadie es perfecto y eso está bien. Respiren profundo de vez en cuando y recuérdense que usted lo está haciendo lo mejor que puede.

EDUCACIÓN EN VALORES


Cada niño o niña es un ser humano único, original e irrepetible, el más perfecto y bello producto de la Naturaleza. También, y debido a las influencias del ambiente, llega a ser el producto de la cultura en la que se desenvuelve.
En el mundo civilizado, en especial en el medio urbano, la formación del niño o la niña se desarrolla de forma distinta a lo dispuesto por la Naturaleza. La satisfacción de su existencia depende tanto de su persona como del entorno que le rodea, y este ambiente externo ha de serle favorable de modo que no amenace su seguridad, ni obstaculice su necesidad de satisfacción.
La educación debe respetar y potenciar la individualidad del niño o la niña pero teniendo en cuenta que no es un ser aislado sino un sujeto social que nace y crece en comunidad y evoluciona hacia la independencia en función de la calidad de relaciones humanas que establezca.
El niño o niña dispone de naturaleza sociable desde que nace, está concebido para la convivencia. A medida que crece va siendo capaz de asumir responsabilidades como miembro de la sociedad y de aportar a ésta su originalidad, que nunca debe confundirse con egoísmos caprichosos.
Partiendo de esta premisa y sabiendo que el niño o niña cuando nace desconoce los roles, las normas, las pautas y los valores morales y sociales de su comunidad, los agentes educativos nos convertimos en facilitadores de experiencias y relaciones que facilitan su progresiva madurez social.
Podemos definir un valor como un elemento real, deseable, objetivo y conveniente al ser humano que lo interioriza a través de la experiencia individual y se convierte en una norma moral de conducta.
La persona, a través de su experiencia selecciona elige y hace suyo un sistema de valores que le ayuda a desarrollar una conciencia moral y a adquirir el compromiso individual de organizar su conducta llevándolos a la práctica.
La educación, está cargada de un contenido moral que ofrece una guía de conducta al niño o la niña desde su primera infancia promoviendo la madurez interna necesaria para adquirir una conciencia moral autónoma.
El pequeño o pequeña, en las primeras etapas del desarrollo, se abre al conocimiento de sí mismo, del mundo que le rodea y de las personas de su entorno, es decir, se educa influenciado por el ambiente en que se desenvuelve. Este ambiente debe ofrecer unos modelos de roles y valores positivos aceptados por la comunidad, ayudándole a alejarse de los valores negativos, las fuerzas destructivas entre otros.
Siempre es positivo recordar el artículo 2º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 10 de Diciembre de 1.948 que nos ofrece una visión universalista de los valores:
"La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales, favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos o religiones y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz".

LA EDUCACIÓN TEMPRANA EN VALORES


Resulta evidente que la educación es ante todo un viaje interior, cuyas etapas corresponden a las de la maduración constante de la personalidad. Maduración en la que iremos adquiriendo y consolidando conocimientos y actitudes en las que basaremos nuestros comportamientos y acciones.
Del mismo modo resulta básico aprender a vivir juntos, para lo cual será imprescindible educar desde la primera infancia las normas por las que se rige, o debería regirse, esta convivencia. La Educación Temprana podemos afirmar que es aquella encaminada al desarrollo de la personalidad, y de los valores que nos permiten la convivencia, hasta el máximo de sus posibilidades.
Los logros fundamentales del desarrollo de la personalidad en educación temprana consisten en la formación de la autoconciencia y de una indudable subordinación y jerarquización de motivos. Gracias a esto el niño y la niña adquieren un mundo interior bastante estable, que les permite una activa y consciente participación en el mundo que les rodea e imprime una determinada tendencia a toda su conducta.
La condición fundamental para poder hablar de una formación de la personalidad en esta edad es que su comportamiento puede ser previsto, lo cual implica una dirección del comportamiento. El punto central de esta formación es la observancia de reglas de conducta que son socialmente aceptadas, normas que los niños y niñas asimilan en su actividad y en la comunicación con los adultos y el mundo circundante, y que les permiten regular su conducta de manera mucho mas efectiva que en etapas posteriores
Desde este punto de vista, los valores se conforman en el proceso de desarrollo del individuo, a partir de sus etapas más tempranas.
Dentro de esta concepción los valores son infinitos, en el sentido en que es infinita la realidad. Ello hace que realizando acciones que abarquen una gama importante de aspectos de la realidad, se estén sentando las bases para la formación de múltiples valores. Dentro del enfoque "global del niño o niña" se instauran las premisas de los distintos valores específicos que van a caracterizar al ser humano adulto, sin que se pueda pretender hablar de valores específicos en tan tiernas edades.
La formación de valores en la educación temprana debe realizarse de la misma manera en que se conforman los hábitos, habilidades, conocimientos y capacidades, y mediante los mismos procesos y procedimientos educativos, ESTO ES DE MANERA GLOBALIZADA. Nos ceñimos a un número de valores universalmente aceptados por todos los entornos culturales, los tratamos con amplitud y profundidad, y a través de ellos, se pueden globalizar aquellos que más tenga en cuenta cada cultura.
En los primeros años de la vida los valores, como todo en el niño, tienen un enfoque globalizado, al igual que sucede con los conceptos, las normas, las nociones, las capacidades, habilidades y otras formaciones psicológicas, porque la actividad del niño y la niña en estas edades tiene un carácter generalizado. Solo en el final de la edad preescolar es que se comienza a plantear una diferenciación de estos valores globales, en la medida en que el desarrollo afectivo y cognoscitivo permite un conocimiento y una vivencia mayor de la realidad circundante.
El valor como tal se conoce, se aprende y se elige en las acciones de la vida cotidiana, por los comportamientos que los niños y niñas asimilan y por los que observan en los adultos, y su formación puede darse de manera espontánea, o dirigirse pedagógicamente. Esto último garantiza que el valor individual concuerde con lo que constituye la norma o valor social.